Te despiertas como todos los días, pones algo de café en la cafetera, comienzas a cocinar, empiezas a pensar en los pendientes que tienes para el día de hoy, y cuando comienzas a servir tu desayuno piensas con qué bebida acompañarás tu desayuno Estás a punto de terminar de preparar tu desayuno ¿Leche o zumo de naranja? Finalmente es cuestión de gustos, pero hay detalles que podrían resultar de tu interés.
Acerca del jugo de naranja
Lo bueno: Aunque existe una gran variedad de tipos de naranja, por lo general un vaso de 8 onzas contiene un promedio de 110 calorías, menos que la leche. Por otro lado provee de toda la vitamina C que podrías necesitar en un día.
Estudios recientes han demostrado que el jugo de naranja contiene una gran cantidad de antioxidantes (que también podemos encontrar en muchas otras frutas) y que ayudan a combatir los signos de la vejez, además de que podrían tener efectos benéficos en la prevención de enfermedades degenerativas.
Lo malo: Tomar mucho jugo de naranja podría perjudicar el esmalte de tus dientes. Un estudio relizado por la Universidad Rochester de la Salud Dental descubrió que la dureza de los dientes se había reducido en un 84% en personas que bebían a diario jugo de naranja durante por lo menos 5 días de la semana. Esto debido a su pH por debajo de 4, lo cual lo vuelve considerablemente ácido. Eso sí, puede ser incluso peor, algunos refrescos tienen pH de 2.6 (entre más bajo más ácido).
Acerca de la leche:
Lo bueno: Un vaso de leche por la mañana aporta el 20% de la proteína que necesitas en un día y un tercio del calcio. Estudios recientes apuntan a que debido a la concentración de proteínas, la gente que toma leche por las mañanas tiende a no comer en exceso, debido al sentimiento de satisfacción de las proteínas.
Lo malo: Salvo por la leche libre de grasa, la mayor parte de las grasas en la leche son saturadas, las cuales son consideradas menos saludables que las grasas insaturadas. El exceso en este tipo de grasas produce problemas de peso que pueden devenir en otros problemas como la diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Finalmente es una cuestión de gustos, y recordar siempre que ningún exceso es bueno.